Fuimos el amor equivocado en el momento perfecto

0
20640

Y colorín colorado, ésta historia ha terminado y ¿ni siquiera ha empezado?

¨Me gustas pero…¨, ¨aun no estoy preparado¨, ¨necesito tiempo para mi¨, ¨es que no lo entiendes¨, ¨es que no eres tú, soy yo¨, ¨es que aún no es el momento¨, es que, es que, ¡es que todas son puras estupideces! Lo sigo pensando así, sigo pensando que todas han sido tontas excusas, sigo pensando que ha sido cobardía o que tal vez y definitivamente no me has llegado a querer como tanto repetías.

El amor es o no es, no tiene intermedios aunque muchos quieran jugar ese tonto papel de que hoy si quiero pero tal vez mañana ya no. El amor es aventarse a lo desconocido. Es tener las agallas de subirte al tren y no bajarte hasta que se haya terminado el recorrido. Es entregar y recibir. Es sostener una mano y sin importar los obstáculos y adversidades que se pudiesen presentar, ¡es no soltarla!

 

 

Y en cambio, sigo pensando que lo tuyo ha sido pura niñería. Tú eres precisamente de esos que te hacen subir al cielo en un maldito segundo pero inmediatamente haces sentir miedo e incertidumbre por no saber si al siguiente continuarás sosteniendo arriba o dejarás caer. Tú eres todo lo contrario a lo que debería ser el amor, tú simplemente te acobardas ante él y te prohíbes vivirlo. ¡Te vuelves egoísta! Te mantienes en medio de la puerta porque irte te cuesta trabajo, porque finalmente te gusta que te quieran, que te mimen, que te hagan sentir importante, pero por más que te ofrezcan, continuas manteniéndote en medio, ¡no te arriesgas! No entras por completo pero tampoco te vas, le impides el paso a alguien más, argumentas que necesitas tiempo, ¿tiempo para qué? la vida se vive ahora, ni siquiera podemos saber si el día de mañana tengamos la oportunidad de abrir los ojos. Recibes, recibes y apenas das, sostienes mi mano un par de días y luego siento que me vas soltando de a poco excusándote con un ¨no es el momento¨.

Me pregunto si es que acaso para el amor existe un momento preciso o son puras tonterías de personas cobardes. Cada vez son más los que se niegan a querer, a entregarse, a enamorarse, cada vez son más los que se escudan tras un sinfín de excusas. Me pregunto si es que nunca te has puesto a pensar por qué es que nos tuvimos que conocer; dos mundos distintos, dos personalidades completamente diferentes, edades distintas y aun así una conexión única que no había sentido jamás con nadie más.

 

 

Aun ni siquiera logro descifrar si has llegado a mi vida como una lección o es que acaso yo lo seré para ti. Intento sacar fuerzas de donde ya no las hay y esperar un poco más pero ¿para qué? ¿Qué caso tendría rasgar más mi corazón? ¿Qué ganaría si me quedo a tu lado? para nada, ninguno, nada. Esas sé que son las respuestas y aunque las tengo presentes en mi cabeza simplemente no sé cómo soltarte.

¿Cómo se renuncia a alguien en quien piensas todo el día? Yo simplemente sigo sin encontrar respuesta. Sigo idealizando tantos momentos a tu lado que ya no podrán ser más. Sigo diciéndole por ahí a todo mundo que tuvimos todo y mucho más para haber funcionado, para haber sido feliz; si días, meses o años lo hubiésemos intentado, sé que habría valido la pena, siempre lo vale, lo tonto es decir: ¡no lo intenté!

Sé que la vida nos cruzó por una razón, también sé que puso todo a nuestro favor, que tantas conspiraciones para que pudiésemos vernos aun a pesar de la distancia no fueron porque sí. Que la forma en la que nos conocimos no fue casualidad, que todo tuvo su motivo de ser, pero, finalmente ya no quiero averiguar más.

 

 

Siempre hubo razones y motivos. Siempre hubo amor, deseo y ganas. Siempre hubo de todo excepto tu disposición y tu valor. No necesitábamos un tiempo perfecto, ni tampoco ser el amor perfecto porque no lo hay. Tan solo fuimos el amor equivocado, ese al que hoy renuncio porque me quiero y sé que al soltarte algo mejor para mi vendrá.

No se necesita un tiempo perfecto para enamorarse, el amor llega sin anunciar, se acepta y se disfruta, ¡se vive! Porque finalmente no todos tienen la dicha de conocerlo y a quien le llega y lo deja ir, difícilmente lo ha de volver a sentir.

Autor: Stepha Salcas