Por qué no te voy a dar nunca una segunda oportunidad

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Nadie dijo que la vida es fácil, pero sí debería haber un apartado en algún lado que advierta que encariñarse de más o incluso de menos, duele; y duele mucho.

Este viaje llamado vida ha sido difícil, he tenido que despedirme o alejarme sin decir adiós, de personas que en algún momento creí que estarían conmigo siempre, personas con las que pensaba podía confiar a ojos cerrados.

Cuando estoy en medio del drama de las despedidas, porque en mi siempre genera un gran drama el alejarme de alguien, siempre tarde o temprano llega a mi mente la pregunta de; ¿son ese tipo de personas las que quieres en tu vida? ¿Quieres estar rodeada de gente que te engaña, que te miente y que te lastima? La respuesta siempre es; NO.

Las despedidas duelen pero no matan, al contrario hacen madurar, he de admitir que la añoranza de lo que deje ir es ese calambrito en el corazón que cala hasta el hueso, pero ese dolor que dura un ratito se compensa con la sensación de estar segura que pudo ser peor, al dejarlos ir, también deje ir ese sufrimiento constante que dejaban en mí, unas por otras, bien dice mi madre.

Soy una chica que se entrega, no soy de las que juzgan y vive temerosa de su entorno, sin embargo, estoy segura que la confianza no es algo que se regale, es un don que debe ganarse y del mismo modo, está hecha de un material sumamente frágil, de esos irreparables; y tú la quebraste, por eso no voy a darte una segunda oportunidad y nunca lo haré.

Podría hacerlo, pues te amo tanto que visto así por encimita, no me costaría nada perdonarte, abrirte mis brazos y dejarte pasar a mi corazón una vez más, pero si le escarbo poquito, lo único que puedo ver, son mis lágrimas futuras y la vida riéndose en mi cara por haber sido tan ingenua.

Cuando me lastiman una vez, no es mi culpa, pero si lo hacen dos veces sí lo es, cuando perdonas una traición solo estas incitando a que lo hagan de nuevo que cuanto les des la espalda. Lo siento pero no quiero ese tipo de mediocridades en mi vida.

Tuviste mi corazón en tus manos, eras parte de mí, lo tenías todo de mí y no dudaste en tomar ese corazón lleno de sentimientos que te pertenecían y arrojarlo al suelo de una patada, lo rompiste, rompiste mi corazón así como lo hiciste con la confianza ciega que te tenía.

Lo siento, no voy a darte una segunda oportunidad porque no la mereces, sé que allá afuera hay alguien que sí la merece pero que no la va a usar, es decir, quien en verdad merece que le des una segunda oportunidad para evitar que salga para siempre de tu vida, esa persona no echará a perder la primera.

Aprendí a quererme más de lo que te quise a ti, haz lo mismo. Yo ya te olvidé, ya te superé, jamás voy a volver.

Sé que hay alguien por ahí dispuesto a valorarme, a amarme y ese no eres tú.

Idea original: Candela Duato