Que el miedo no te haga sucumbir, no importa si las piernas tiembla, no importa si las manos sudan sólo no te rindas con la primer mirada que ya no soportes, aguanta y que sepa que no se debe de tratar así a nadie, que aprenda por las malas que cualquier ser acorralado puede resultar muy peligroso. Ya no hay vida por delante si te quedas, ya no habrá esperanza si después de mil veces sigues dejándolo regresar porque sabes muy bien a lo que te arriesgas; siempre has sabido lo que juegas, sin embargo, nunca has podido aprender tú lo que de verdad se hace.
Es mentira que te puedes acostumbrar, no creas cuando escuches que el tiempo lo cura todo, no es verdad pues hay heridas que el tiempo empeora, porque la esperanza de cura que se deposita en el pasar de los días no funciona sin han sido más días los que has desperdiciado a su lado. Sin miedo toma tus cosas y sal por la puerta del frente. No importa si dudas en tus pasos pero no dudes en las decisiones; sabes que muchas de ellas ponen en juego tu propia vida. No eres la primera, no serás la última pero puedes ser de las pocas que toman todo su valor y gritan con el alma ¡No más! No basta con decirlo, hay que hacerlo y te puedo tomar de la mano para salir y escapar…
No es que pueda él ser tu propio verdugo, no es que tengas que quedarte, incluso no es que tengas que escapar porque no es nada malo lo que haces, no seras fugitiva de tu vida, es que sola te has condenado el tiempo que has soportado, sin embargo, eso no significa que debas quedarte, no es que tengas que hacerlo. Tienes la llave de tu propia celda, vamos, no te quedes para mirar lo que sucede porque nunca termina con el sueño que anhelas.
Deposita tus anhelos en la maleta y no pidas que él se vaya, sal tú y no temas en ser la primera. Esta vez que sea definitivo, déjate de juegos y que se vaya enterando lo que es tenerlos… Que aprenda sobre el valor a través de ti pero de lejos, porque hoy ya se acaban las personas que puedan apaciguar por momentos, ya se acaba el maquillaje, ya se acaban los pretextos ya no hay lágrimas que valgan la pena.