¿Cuántas veces hemos reclamado de las promesas que nunca se hicieron realidad? Pero ahora piensa cuántas veces ha sido las que tú no has cumplido, no es lo mismo mirar a que te miren. No prometas las cosas que sabes no vas a cumplir, porque conoces ya el dolor que se siente esperar con esperanza y tener que matarla con el tiempo que pasa. Sabes que no es justo mirar pasar el tiempo y acumular las visiones en las que se anhela un cumplimiento, que miras el pasado con las ansias de ver el futuro que se hace realidad, ya sabes tú lo que es esperar y esperar mirando el tiempo que sólo se va. Date por servida si alguna vez lo prometido sucedió, no hagas tú el mismo mal que ya conoces. No es lo mismo herir a alguien sin saber que lo haces hasta que ya no puedes hacer nada pero no prometas, no jures lo que desde ahora sabes bien que es algo imposible para ti. Porque muchas veces no es que falten ganas de hacerlo, no es que no tengas la intención; muchas veces sucede que es todo un reto, que por más que quieras no puedes hacerlo porque es innatural en tu personalidad.
Esta vez seré distinta a otras veces, miraré antes de decir, pensaré antes de abrir la boca y dejaré de prometer las cosas que no quiero hacer. Aprovecha el nuevo día para cambiar y ser diferente. No desperdicies las oportunidades que se presentan para que muestres un panorama diferente. Cierra la boca cuando no te llamen, mira para otro lado si no es a ti a quien observan, porque si te comprometes en situaciones en las que ni siquiera tienen que ver contigo entonces ya es gusto tuyo el de lastimar y salir lastimada en el proceso.
Es fuerte el peso de la ilusión, es trabajo arduo el de mantenerlo alimentado, es difícil ser la persona que tenga que seguir inventado mil excusas para no ser la villana del cuento, es complicado pensar todos los días en como zafarte de los compromisos que tú misma te has enganchado al cuerpo y mente. Muchas veces no conformes con prometer se jura, juras quedarte, juras fidelidad, amor eterno juras que estarás en todo momento y para qué si al final puedes darte cuenta que no era lo que querías.
Ahórrate sufrimiento, ahorra el dolor ajeno y evita prometer lo que nunca harás, evita jurar lo que nunca sucederá.