Me miento diciéndome que esas pequeñas primeras mentiras que tiras en mi cara serán sólo las primeras y las últimas. Solamente unas pequeñas mentiras blancas. Me miento al decir aunque me mientes, también me amas. Cuando ellas caen en mi y resbalan con incertidumbre ante un quiebre irremediable en mi, en nosotros. Pero es imposible, me amas, lo sé… ¿No es verdad?
Deseo, solo deseo con toda mi alma no equivocarme.
Me miento diciéndome que tus inconsecuentes respuestas a mis mensajes se deben a que estas ocupado. Quizá solo estas durmiendo o distraído, o tal vez has dejado el teléfono en casa. Pero, ¿por tantas horas? ¿Acaso no me extrañas? Te extraño tanto, aunque sea solo horas sin saber de ti, que ahora creo que me estoy aferrando demasiado.
Le miento a mi mente diciéndole que las conjeturas que saca por tu extraño comportamiento son imposibles. Imposible que me estés evitando, imposible que quizás a otra estés visitando, imposible que tus pasos de mi se estén desviando … De nosotros, le digo a mi mente con mucha rabia inconsolable, no vale la pena desconfiar. Me miento.
¿Acaso soy yo la que se está haciendo la tonta?
Me miento tratando de implantar en mi mente que todo estará bien, que tus mentiras constantes se deben a la falta de madurez, que es imposible que sigas mintiéndome a la cara tan fácilmente. Porque, ¿acaso es tan fácil mentirle tanto a alguien que amas? Dividirle en dos con cada mentira el alma… como a mí.
¿Es pasajero todo este mal, verdad amor?
Le miento a mi corazón diciendo que este dolor es pasajero, este dolor que tanto me consume como el fuego a un papel, el cuál está consumiendo mi corazón sin piedad después de finalmente haber encontrado la cruel verdad en unos simples amorosos mensajes de texto con un destinatario… un destinatario que no era yo.
¿A donde se fueron tus sentimientos por mi? ¿A quién le pertenece tu corazón? ¿Hay algo ahí en tu pecho latiendo? O se te da tan natural ser tan inhumano.
Le digo a mi corazón que saldremos de esta… Pero aun te amo y eso me hace daño.
Te miento sin contemplación en la cara cuando me preguntas si estoy bien, si aquello no ha roto mi alma. Te respondo con una madurez que no tengo, que saqué de alguna parte en mi que desconocía, así como esas fuerzas de las que carezco mientras trago fuerte y te digo sin titubear que todo sigue bien… Que no ha pasado nada… Mientras que, con cada palabra, siento que me arrancan el alma.
Me miento diciéndome que no odio lo que has hecho, que no me duele, que soy fuerte y puedo con eso, aunque llore mucho en las noches. Y en llanto me pregunto, ¿se limpiará mi alma con cada lagrima? ¿O solo se hunde más?
Me engaño tratando de cortar de raíz los recuerdos que tanto me martirizan, esas imágenes de ustedes besándose, esos textos en la cuál le dedicabas las mismas palabras que a mi… Tan devastada me haces sentir.
Le miento a mi corazón diciéndole que aún te ama aunque el sentimiento se ha contaminado y desgastado. Me miento cuando acepto tus palabras diciendo que no volverá a pasar, que harás lo mejor para nosotros, que me amas demasiado y estás tan devastado sin mi. Te miento cuando te digo que aún te amo. Nos miento.
Autora: Romina Atencio