Recuerdo que este amor llegó de una forma inesperada a mi vida, cuando una mañana al despertar leí un lindo mensaje que decía “Hola como estas”. Fue el mejor día para mí, pues a mi vida llegaste para hacerme compañía y desde entonces cada una de tus palabras llenaba a mi corazón. Desde el principio tuvimos esa chispa instantánea que encendió la llama del amor, y nos entendíamos a la perfección. Poco a poco comenzamos a descubrir que teníamos muchísimas cosas en común, comenzamos a extrañarnos y a amarnos con locura.
A los pocos días ya estaba completamente loca de amor por ti, te convertiste en lo único que pensaba a diario. Tú comenzaste a llenar muchos espacios dentro de mí, y curaste mis heridas. Comenzamos a hablar tan seguido que me descuidé ajustando mi horario al tuyo, con tal de pasar un poco más de tiempo contigo. Y, aun así, en muchas ocasiones me llegué a sentir inquieta, cuando en ocasiones no me prestabas atención, cuando comenzaste a cambiar y de repente dejaste de ser el hombre atento que conocí, fue por estas cosas y tus actitudes que me hiciste comenzar a dudar.
Yo estaba tan enamorada de ti que en ocasiones no pensaba con claridad, no razonaba y actuaba sin pensar. Fue ahí cuando comenzaron los problemas, pues mi miedo a perderte crecía cada día más. Me fui convirtiendo en un monstruo controlador, posesivo que trataba a diario de convencerte de que yo era digna de tu tiempo y de tu amor. Llegué a pensar que podía tener el control de este amor, pero estaba tan equivocada. Solo quiero decirte que no es tu culpa, al contrario, todo esto fue solo culpa mía y de nadie más.
Todo esto es causado por mi falta de amor propio, pues aún tenía muchos miedos y temores que venía arrastrando del pasado, todo esto me hacía exigirte, sin querer, más amor, sin darme cuenta que ya tu amor tenía mucho tiempo a mi lado y no lo estaba valorando.
El amor no debería ser exigente, posesivo y mucho menos agresivo. Yo debí hacer que fluyera de manera natural como lo fue en un principio, cuando nos podíamos hablar solamente con la mirada. No te voy a convencer para que me ames más, pues es algo que no se tiene que forzar. Debería ser una elección propia que nace desde lo más profundo del corazón. Así que no te voy a convencer de que me ames, solo voy a esperar que me ames y al fin, dejarme amar.
Yessica Sarcos