Pase de ser esposa, a ser amante

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¿Con que moral me vienes  a reclamar? ¡Tú!, que sin ningún escrúpulo te diste a la tarea de arruinar una familia. Una familia que era mía, que defendí hasta el final, luche por mantenerlo a mi lado, pero conseguiste arrancarlo de mí.

Desde el principio te noté, sabía que existías. Te salió bien la jugada, me enviabas señales y las recibí con dolor. Fuiste tejiendo tu telaraña a su alrededor y creíste atraparlo. En ese momento tuviste ventaja, gozabas de la frescura de la juventud y la soltería, armas letales contra un matrimonio carente de chispa y lealtad.

Yo, en cambio, estaba sumergida en el cansancio de la rutina. Aprovechaste el punto bajo, el más vulnerable del ciclo matrimonial y ganaste esa partida, destrozaste una familia que no era perfecta, pero si era unida.  Fue mucho el dolor, gracias a ti conocí el lado oscuro del amor, la desesperación de saberlo en tus brazos, esas interminables noches llenas rabia y desconsolación, me marcaron la vida y tú seguro reías.

Reconozco mis fallas, me descuide, cometí el error de darlo por sentado y me equivoque. Y aunque eso no es excusa para ser infiel, ahora lo puedo entender, pudiste darle lo que yo no le daba. Fue una etapa de decepción y vergüenza, y a pesar de que no me derrumbe, sentía que iba a estallar; solo pensar en mi hija me hacía centrarme.

La vida dio varias vueltas y todas a mi favor. Mírame ahora, soy la mujer independiente y segura que siempre debí ser,  orgullosa de mí misma, y aprendí a mover las piezas a mi favor. Él ahora es mío, pero no en el mismo escenario, lo tengo en un territorio nuevo.

El papel que interpretaste, esta vez lo protagonizo yo. Ahora la amante soy yo. Cuando lo quiero conmigo lo tengo, y cuando no, lo desecho y lo envío contigo.

La suerte esta de mi lado, el papel que hice de esposa cuernuda, lo interpretas tú, ahora el dolor y el abandono rodean tu vida. Ya sabes lo que se siente, ahora te toca experimentar el desvelo constante pensándolo mío.

¿Venganza o desatino? Me da igual lo que pienses, lo que si debes aprender es que el bumerán siempre vuelve.Es una ley de vida, lo que es igual no es trampa, te creíste la excepción y mujeres como tú nunca obtienen la bendición de ser feliz.

Beatrix