Un sábado por la tarde decidí invitar a unas amigas a tomar unos tragos. Nos encontrábamos en el jardín, disfrutando de un clima fresco, de repente el cielo se nublo y comenzó a caer una tormenta descomunal. Nos fuimos de prisa para dentro de la casa donde continuamos compartiendo y jugamos cartas, tomándonos unos tragos.
Pasadas varias horas y ya con menos tertulia, una de mis amigas comenzó a contar una anécdota que había pasado la noche anterior.
Empezando con risa, nos cuenta lo siguiente:
“Mi marido normalmente llega pasadas las seis de la tarde todos los días, pero, la noche del viernes me llamó para avisarme que no lo esperara despierta porque iba a llegar muy tarde.”
Mi amiga expone de la manera más natural, que sus antenas capta cuernos se le activaron de inmediato, y prosigue:
“Mi marido llegó a las once de la noche y, por supuesto, lo espere muy despierta, le pregunte qué ¿cómo le había ido en su reunión? abrazándolo cariñosamente.”
Dejándonos claro a nosotras que no era precisamente una muestra de cariño, era para poder oler algún perfume de mujer o algún jaboncito barato. Todas nos reíamos a carcajadas, en ese momento vino a mí un recuerdo parecido, y les cuento:
“Como ustedes saben mi marido es músico, por lo tanto llega todos los fines de semana en la madrugada. Yo siempre lo espero, me pongo muy sexy y perfumada. Así yo no tenga ganas lo seduzco y hacemos el amor. Al momento de notar su firmesa miro el reloj, y tomo en cuenta el tiempo, si el show termina rápido hay un problema, sino, duermo de lo más contenta.”
Mi amiga Sandra, la más joven del grupo, se empezó a reír sola, le preguntamos ¿porque lo hacía? Nos cuenta que ella hacia algo un poco parecido:
“Cuando yo sospecho que viene de estar con otra, lo presiono para que hagamos el amor, y al eyacular le mido el semen.”
Todas quedamos perplejas, ¿Cómo así? Le preguntamos, ella responde:
“Si le salía mucho, no había estado con nadie, pero si le salía poco a sartenazos lo agarraba.”
En ese momento nos miramos unas otras y soltamos unas carcajadas que hasta lágrimas nos salieron.
Definitivamente revisar teléfonos, carteras o la persecución quedo en el pasado, ahora se examina el objeto de la infidelidad de manera más eficaz.
Beatrix