No Cuento Contigo

0
5077

Poder contar con una amiga de verdad es cuestión de suerte, y contigo ya  sé para qué ocasiones puedo contar.

Yo siempre valore nuestra amistad, pensaba que, más que amigas, éramos como hermanas, siempre confidentes pero siempre respetando la individualidad de cada una. En ti encontré esa química cómplice para todas las ocasiones, la diversión nunca faltaba. Éramos el alma de las fiestas, siempre alegres, siempre bellas. Estando juntas, nada, ni nadie, era necesario. Entre nosotras no había juicios ni reproches. Apoyando una a la otra de manera incondicional y  sin lugar a algún tipo de recriminación.  Recuerdo que con solo una mirada nos contábamos toda la historia, era una complicidad divertida y absoluta.

Reconozco que la juventud tiene muchas ventajas. No había responsabilidades y, por supuesto, nunca falto un ambiente de fiesta. Pero ahora que ya somos adultas todo cambio, ahora tengo familia que requiere de mi tiempo y toda mi atención. Mi vida trascurre en cumplir responsabilidades hacia quienes dependen de mí, me toco olvidarme de esos tiempos. Solo queda detenerme a recordar cómo era nuestra vida, una vida llena de locura y aventuras, que con nadie más iba a poder tener.

No creo justo que en esta etapa de mi vida no estés como mi amiga. Tú no eres capaz de entender el rol que debo tener, ya no puedo ir de fiesta, ya no puedo embriagarme hasta el amanecer. Me juzgas de no ser tu amiga porque ya no sigo tu ritmo, lo siento, ya no puedo.

Lamento haber perdido esa conexión contigo, y más ahora que tanto te necesito, los problemas me agobian y no hay tiempo, ni opción, de decaer. Solo necesito a mi amiga, esa amiga que para todo tenía una solución, te alejas porque no puedo salir a parrandear, entiende que ya no soy la misma, mis prioridades ya no son festejar de manera alocada como lo hacíamos. En cambio tu vida ha seguido igual, no ha cambiado tu alegría, tampoco tu inmadurez para ver la vida, siempre creyendo que vives en un sueño. Amiga a mí me toco y despertar, y lo hice para encontrarme con una realidad.

Con mucha tristeza me toca reconocer que eras mi amiga solo para parrandear, para vivir en una fiesta.  Ya aprendí que cuando  la amistad se desvía en ciertos puntos de la vida, simplemente toca reclasificar la amistad.

Beatrix