¡Déjame libre! Le digo adiós a un amor tóxico

0
8091

Nunca imaginé llegar a este momento de mi vida: Un momento en el que tengo que decidir, entre vivir sumida en el miedo de una prisión de dolor, maltratos y angustia, o abrir la cerradura del temor, y determinadamente ser libre.

La decisión ya está tomada. Hoy decidí pensar en mi y recuperar lo que había perdido a tu lado: mi amor propio, mi dignidad, mi salud mental, física y emocional, y por ultimo mi libertad. Aunque te amo profundamente de una manera que ni yo misma lo entiendo, a pesar de todo el daño que me has hecho, he comprendido que lo nuestro no tiene presente ni futuro. No entiendes ni entenderás el dolor que producen los golpes, los insultos y las constantes bofetadas que mi autoestima recibía de tu parte. ¡Déjame libre! Porque no lo soporto más.

Es por eso, que a partir de ahora, yo seré quien dirija el rumbo que tomara mi vida, porque al fin he comprendido que tengo todo el derecho de opinar, hablar, reír, cantar, soñar y decidir lo que yo crea conveniente para mí misma. No quiero sentir más miedo a una amenaza, un golpe, un insulto o una prohibición, y no puedo creer que ya me estaba acostumbrando a vivir eso contigo.

¿Por qué nunca te diste cuenta de cómo moría lentamente y de forma inevitable con cada uno de esos episodios? Ahora no puedes suplicarme que haga un último intento, no puedes reprocharme por acabar con esta relación toxica, cuando lo único que me ha traído es un profundo dolor y lagrimas. Jamás habría pensado esto cuando me gritaste y me levantaste la mano por primera vez.

Aún recuerdo cuando te conocí: tan galante y cordial conmigo. Nunca pensé que un hermoso sueño de amor podía transformarse en una espeluznante pesadilla. ¿Recuerdas cuando me prometiste que contigo estaría segura? Pues esa promesa quedó ahogada entre la violencia y el maltrato. No me reconozco, porque con el tiempo me he reducido a ser el espejismo de la mujer que alguna vez fui, y no lo aguanto más. Así que déjame libre.

Te di muchas oportunidades, siempre creí en el hombre que conocí al principio, siempre lo recordé. Traté de buscar lo mejor de ti, pero no. Se rompió este círculo vicioso de humillación perpetua. No soy una mujer dispuesta a vivir en cadenas, no estoy resuelta a ser tu prisionera, y desde hoy decido ser libre, cueste lo que cueste. Porque ya conozco el fondo del precipicio, y después de esto no puede existir nada peor.